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Emma B. El diario de una chica de provincias

in the mood for love

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Leo en la muy seria y profesional web de la BBC que,  el pasado fin de semana, cinco mil chinos sin pareja se reunieron en un parque de Shangai para el gran fiestorrón de las citas rápidas. “¡Anda, mira!,  estos chinos que bien se lo montan” murmuro entre perpleja y admirada.  Que no tienen  tiempo para encontrar el amor de su vida, pues nada se montan un sarao de miles y el que no encuentre no será por abundancia, ni por oportunidad.

Si uno es muy tímido, no hay problema,  un "Cupido" podía entregarle a la persona elegida la rosa o un mensaje.  Sí, todo muy pensadito: acceso exclusivo para universitarios de 20 a 45 años, y  entrada con rosa incluida —en lugar de la consabida copa, tan hispana— para regalar al  elegido. Todo muy japonés.  

Si en China se fueron al parque con rosita en mano, entre risas, bailes y juegos para buscar al amor, en Charri-City, el pasado fin de semana, miles de torpes buscamos un apaño —amor a primera vista, en fino—  botando de bar en bar,  hechos un pincel con las recién estrenadas galas de la nueva temporada otoñal, machacamos bien el hígado, bizqueamos a ratos, renqueamos ensordecidos por la música ambiente, echamos tejos a diestro y siniestro, venteamos las anginas hasta la ronquera y pasado el equinoccio de la noche llegamos a las rebajas de ¡ya son las 4 y nada!?  Eso sí,  ni una conversación inteligible.

Creo que unos cuantos —una toneladas de cuantos— necesitaríamos otra fiestecilla de singles para arreglarnos este centro de ingravedad  permanente que nos traemos. A ver, si con un poco de suerte mi querido Lanzarote, o el señor Estella, toman nota del invento “cultural” chico  y nos montan un festival de citas rápidas en el parque de los Jesuitas, ahora que el  “2005, Plaza Mayor de Europa” ha finalizado y antes de que el frío ocaso invernal nos acose. Tal vez así los forties  podamos sobrellevar más contentos la gripe del pollo —ya encima— con el tan celebrado calor de pecho ajeno, además de ahorrarle unos duros al maltrecho sistema sanitario. Sí, todo son ventajas. ¡Qué no se quejen!  

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