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Emma B. El diario de una chica de provincias

Rita en la montaña turca

Como con mi amiga Rita una ensalada más bien sosa en el delicioso patio del Delicatessen —lo que casi me cuesta una gripe— y me cuenta su calamitosa expedición veraniega a Turquía. Tal viaje turístico consistió en unas seis jornadas de senderismo por los montes de la Capadocia, cargando con la mochilita y durmiendo de acampada, aparte de los días de estancia en Estambul y en otra delicia turca. Cómo viajaba con su amiga belga, que contrató el viaje con una agencia francesa, rápidamente imaginé una estupenda excursión de europeos fashion y alternativos.

—¡Huy!, trekking y con guiris, genial, todo chicos guapos. ¿Habrás ligado un montón? —le pregunto ansiando conocer los pormenores de sus aventuras con algún holandés errante (los guiris: mi debilidad, lo reconozco).

Silencio y vuelta al rizo negro que acolcha su mirada perdida. En su clásico binomio inferencia-deducción de científica, mi amiga pensó que tenía todas las variables en la mano, y que no sé cuántos días de caminata en plena naturaleza bien valdrían alguna bonita historia de amor en la que refugiarse durante el mohoso invierno de su ciudad. Pero, una vez más, resultó la profecía que se cumple así misma, y en el grupo tan sólo dos hombres: un francés –con novia presente, por supuesto- y el guía, que para colmo era un turco borde y misógino. Sí, un montón de guapas europeas de senderismo por la Capadocia.

—Bueno, el francés era encantador y, como el guía era tan borde produjo un efecto rebote y se estableció una especial comunicación, más solidaridad entre nosotras. ¡Uff!, después de aquellas jornadas tan largas... Y el paisaje, maravilloso, sin rastro de civilización. —Y con sus manos de sabia delgada se explaya en desenvolver las bondades y bellezas del paisaje, en la maravillosa experiencia de la dureza del camino, de luchar con tus límites para seguir y no quedar atrás, en las heridas y los dolores, en el esfuerzo y el cansancio.

—Sí, contado así hasta es atrayente —le digo con estos ojos compasivos que Misombra me presta para las ocasiones—. No sé, chica, pensé que estos europeos serían diferentes. En mi clase de inglés sólo hay chicas, una ruina. Aunque, ya sabes, esto son las provincias. Pero ya veo..., si es turismo de aventura porque es eso, y si es el inglés porque es estudiar. No sé... ¿Qué hacen? ¿Dónde se meten?

5 comentarios

emma b -

tiene toda la razón, querido, de ellos andamos sobramos en Charricity. Tal vez un poco jóvenes para mi gusto. Aunque alguna que yo sé me tache de "asalta cunas"; es falso.

Darco -

Emma, en realidad, en tu caso, no tendrías que ir muy lejos a buscar guiris ¿no?

...aunque tienes toda la razón, tiene más no sé qué unos guiris haciendo trekking en Turquía... sonar suena muy bien ;)


emma b -

me temo, querido, que los guiris que se jartan a cerveza en Salou no tienen el mismo encanto que los del trekking por la C...
Aunque una sólo iría en palanquín por supuesto, las caminatas muy cansadas para mí.

Darco -

..y más descansado ;-)


Panurgo -

Me parece que para buscar guiris, sale más barato y seguro ir a Salou que a la Capadocia...