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Emma B. El diario de una chica de provincias

cuento de navidad

Con las Navidades, una nunca sabe si acabará hundida en un letargo invernal al más puro estilo de melancólica campiña irlandesa; o afinando la zambomba, encajándose el vestidito vintage de lamé dorado y las sandalias de pedrería para terminar cuesta abajo en un cotillón espumoso, sumergida entre burbujas con aromas de colonias dulzonas y cargantes al alimón con sudores y resuellos de gentelmans de tres al cuarto que se pavonean esquivos con sus chaquetas de fibra acartonada y el pelo cortado a lo David Beckham.

Claro que esta Navidad, con tanto Papa Noel rampante por las fachadas, balcones y azoteas del país, los presagios no eran de pandereta, y si no que se lo digan a la criatura que se cayó de un quinto piso al tratar de socorrer a su Papa Noel que jadeante y agotado asomaba por el borde de la ventana. No, los augurios vaticinaban una navidades en reclusión, de aislamiento por las alturas como El barón rampante: una encaramada en las desangeladas copas los árboles entre bombillitas blancas y rojas, hibernando bajo el relente invernal. Y así fue, parece que el cerebro recuperó los mecanismos ancestrales de los reptiles y una fue condenada a una salvaje hibernación navideña, a un total aletargamiento de los sentidos. No es una licencia literaria, no, queridos; cuenta el amigo Punset en El alma está en el cerebro –un regalo de la pequeña Tarquinia- que, ya en el siglo XVII, Thomas Willis sostuvo que “los seres humanos tenemos un cerebro “integrado”, es decir que hemos heredado el cerebro de los reptiles y que, al evolucionar como mamíferos, no descartamos el cerebro de los reptiles, sino que lo mantenemos perfectamente integrado en un cerebro mayor”. Y así, gracias al cachito de cerebro de ofidio, una ha sobrevivido una navidad más a la boa de espumillón y serpentinas, al Papa Noel rampante, a la dorada salvaje y a los cotillones de media etiqueta.

“La locura es una fuerza de la naturaleza, para bien o para mal; mientras que la bobería es una debilidad de la naturaleza sin contrapartida.”
El barón rampante, Italo Calvino.

3 comentarios

Toisaras -

Ni mas ni menos querida, lo suscribo de la cruz a la raya.
Tuve que salir el día de Nochevieja para acoñpañar a medio camino de su casa a un querido amigo que cenó en la mía. Eran las dos de la madrugada y me encontré como una especie de fiesta de imposición de becas nocturna y general. Salamanca, tan culta, tan noble, tan Salamanca...
Quedo de Ud. seguro servidor.

Darco -

Feliz 2007 Emma

emma b -

para el señor Toisaras que pedía algo navideño. Y un feliz y mágico 2007 a todos.
un besazo