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Emma B. El diario de una chica de provincias

quizás, quizás, quizás

Como era un domingo frío, de viento alocado que revolvía el pelo y levantaba los copos hasta las nubes, me fui a pasear por la orilla del Tormes, a la zona de entrepuentes. Cuando los copos volteaban unos tras otros histéricos, me refugié en el Museo de Automoción. Un edificio feo y desgarbado al lado del antiguo molino de harinas.

En el museo hay coches por un tubo –mi hermano quedaría subyugado- incluso antecedentes remotos de nuestro imprescindible cuatro ruedas: nostálgicos "Topolino" de las películas de neorrealismo italiano o el "1500" del desarrollismo patrio.

Uno de mis favoritos es el precioso Mercedes-Benz 320 descapotable traído a España por el cónsul alemán en Sevilla durante la guerra civil. Ahora en el museo bien cuidado y a salvo de balas, pero tal vez antes había venido a la ciudad. Tal vez Salamanca no es nueva para él. Quizá ya había estado aquí cuando los alemanes tenían su cuartel general en el Palacio de Orellana. Quizá paseó a Carmen Polo por las calles cercanas al Palacio Episcopal o la plaza de los Bandos en busca de algún anticuario o joyero. Quizá trasladó al señor Millán Astray con su parche de pirata al aula magna de la Universidad para pronunciar su airado discurso. Quizá escuchó las palabras de Carmen Polo al tuerto de La Coruña para que no enviase al pelotón de fusilamiento al señor Unamuno. Quizá, incluso, fue testigo de los jadeos lujuriosos del tuerto y la cupletista de moda.

4 comentarios

emma -

¡vaya, vaya..! mi adorado monstruo

Toisaras -

Pché, pché, es lo que tenemos...

emma -

ja,ja! Pues ahí donde lo ve creo que era un seductor nato, amante de Celia Gámez e incluso alguna q otra monja. Ya sabe, cielo, el encanto de los monstruos...

Toisaras -

Con lo de los jadeos del tuerto, se me han puesto los vellos pá colgar llaves.
Con lo feo que era, tuerto, manco, cojo. Ese no "empujaba" ni aunque tuviera un descapotable.
A no ser que se quedara sin gasolina, y tuviera que arrimar el hombro que le quedaba, por que arrimar, lo que se dice arrimar otra cosa, ya le digo yo que no.
Yo ayudé al progreso de España, a lomos de una Lambretta de 150 c.c.
Envidiaba obscenamente a los dueños de las Bultaco, las Montesa y deseaba lo peor a todos aquellos que me adelantanan sobre una preciosa
Sanglas 400