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Emma B. El diario de una chica de provincias

desafinado

Viernes  26 de agosto. Crepúsculo. Un aire lento y frío resbala por las escaleras de la Clerecía, tropieza con  el extranjero de boina negra que toca el violín en la esquina de la calle Meléndez y rueda a trompicones por la calle Compañía.   Acaba de terminar su pieza desafinada, observa las mesas de la terraza mientras riega con su aliento norteño los dedos regordetes enrojecidos por la artrosis,  sus pies un sombrero de paja, una flor pálida y algunos céntimos. Sopla la brisa y vuelve a soplar su aliento. Hoy la mujer meridional no toca el arpa. El violín solitario desgasta sus notas entre los pies de los viajeros;  rezagadas hacia la madrugada que esperan abrazados en la estrechez de una habitación de cualquier pensión.

5 comentarios

emma -

of course, querida, ellos forman parte de la bella salamanca, de otro modo no estarían aquí.

inma -

No importa,aun recuerdo los momentos magicos de la pareja tocando entre la niebla del paseo-para mi-mas bello de salamana,desde el palacio de monterey hasta la pontificia..postdata.est señor aprendio de escuchar a su hijo musico profesional d filarmonica d su pais..la mujer hace años q no lleva bien tocar bajo el frio. Quiza no toquen bien pero para mi siempre formaran parte de la bella salamanca.

Ana -

Creo que me los has enseñado la última vez que estuve. De nuevo en la capi. Besos.

emma -

¡qué sensibilidad, por dios! fallezco impresionada.

Hyde -

Los conozco, los conozco. ¡joder! qué mal tocan.