amores que matan
Todo aquel amor le atenazaba el alma, le impedía salir de lo inmediato, de lo cercano, del nido, del regazo y los mimos.
Un día el cronopio (gracias, Cortázar) diluyó su amor en un estanque cualquiera, no dejó nada en el tintero y cerró la puerta.
Ahora que ha descubierto los otros mundos no sale de su asombro.
Un día el cronopio (gracias, Cortázar) diluyó su amor en un estanque cualquiera, no dejó nada en el tintero y cerró la puerta.
Ahora que ha descubierto los otros mundos no sale de su asombro.
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