pan con poesía
Me despierto sola en la vieja buhardilla. S. sube con dos croissants envueltos en una bolsa blanca con dos bandas anchas color naraja descremado y una inscripción: “pan con poesía”. Los deja sobre la mesa. Los coloco sobre el plato de porcelana a lado de las manzanas. En la bolsa este poema de María do Carme Kruckenberg.
“Todo o que me doe esta ao pé da escaleira.
Ninguén quere subila.
Tampouco ninguén
quere baixala.
E alí queda inservíbel
como adorno da paisaxe.
A beldade da mazá
morre na herba.”
Me asomo a la ventana. El sol dormilón se arrastra por las escaleras de la plaza de Platerías. Los brazos de S. rodean mi cintura, su pecho escala mi espalda y sus besos bajan por mi cuello. Los pequeños helechos y el musgo sobre las tejas me recuerdan que no he venido para quedarme.
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emma -
Anónimo -