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Emma B. El diario de una chica de provincias

hombres, hombres

the black man /2

Oxford Circus. “¡Uff! mitad de trayecto ya solo faltan quince minutos”, sintió un alivio tan pasajero como inútil. Al abrirse las puertas la tensión entró a borbotones entre los nuevos pasajeros, trató de apartarla de su cabeza y comenzó a repasar las citas de esta mañana. La cercanía del trabajo lo ensimismó en las tareas que comprobaba en su POD último modelo -regalo de su empresa-: “entrevista con Mr. Stuart, entregar el informe sobre el asunto de Sharp Corporation (discutirlo antes con Patrick)”.

Las francesas se bajaron en Bank y con ellas la algarabía. El silencio se dispersó entre los viajeros, como un gas venenoso electrizó el aire de desasosiego. Levantó la cabeza de la agenda y vio como el joven paquistaní, que estaba oculto tras las jóvenes francesas, sacó la mochila que tenía agazapada bajo el asiento, introdujo la mano y revolvió nervioso. El corazón acelerado disparó ráfagas de terror: “Ya está, esto se acabó. Ese cabrón...”

Un estruendo de volcán encendido le devastó los oídos, y sintió los ojos más abiertos que nunca, como platos, y una luz cegadora de nieve al sol los exprimió dentro de sus órbitas, y el dolor acribilló cada célula de su piel.

La piel de Lucy, blanca como la nieve, tan blanca que deslumbraba tendida a su lado. Cuánto había deseado abrazar una piel blanca, de poros cerrados, que oliese a blanco, y ahora con Lucy desnuda entre sus brazos el miedo le impedía abandonarse, deleitarse con la ternura imaginada; el miedo estrechaba el cerco, sus manos vibraban entumecidas por un calor asfixiante que le atenazaba la garganta y devolvía los suspiros al estómago. La amaba desde el primer día en que la vio en el comedor del campus, tanto la había deseado y ahora ese miedo siempre oculto entre las malditas neuronas le mantenía paralizado, torpe y destilando sudor a chorros.

eclipse de luna

Con tan sólo unas horas de verde y de un batir de olas grises y blancas mis escamas brillan; las gotas de lluvia resbalan y desprenden un aroma salobre-resinoso que recuerda el olor de los pinos al borde del mar.
Entre chaparrón y chaparrón mi amigo el flaco me cuenta que se va a Méjico, que su vida artística va sonada y su vida sentimental es un caos -otro seductor atrapado en su juego-, que le escriba guarradas y le cuente cómo es él. ¡Lo que me faltaba terapia emocional-sexual virtual! Algo tendré que inventar..., necesito que me cuente más -de una época a esta parte camino entre seductores: sofisticados, naturales, torpes... una gran fauna-.
Y esta noche, una luna soleada vela mi carrera veloz por la estepa castellana bajo un cielo estrellado.

cenizo

Mi becario, el cenizo, ha desaparecido. ¿Otro más a la lista? Después de todo ese tiempo de explicaciones, paciencia –que no tengo- y buenos modales de “profe simpa”, nada el muy desagradecido ni un detalle, ni una socorrida cajita de bombones.

Eso sí, una vez más he confirmado mis intuiciones y principios femeninos:

1.- No fiarse de los tipos que no miran a los ojos cuando hablan: Uhmn...¡Ojo al perro!

2.- Los tipos con aire de arrastrar una cruz y no poder con ella, en el recodo más inesperado, tiran el madero y desenvainan la espada.

despierto

despierto El gitano envolvió la cabeza azul y plantó su tristeza en la maceta blanca.
Ahora sueña despierto buscando un sol en un cielo gris de lluvia pertinaz, que haga crecer su amor.