terrazas
Teníamos los brazos fríos, el viento ojeaba los manteles azules de las mesas. El atardecer aupaba el brillo de la noche hasta las paredes de piedra. La luz de las farolas tamborileaba sobre las espaldas de los transeúntes, sus pasos borraban las huellas sobre las losas de la calle Meléndez. El hombre sombra fuma y espera a la puerta de la joyería.
2 comentarios
emma -
toisaras -
Como le decía Paco Martínez Soria a la sueca que le hacía el boca a boca, cuando se cayó a la piscina, mas, mas, mas...
Me ha gustado lo del viento ojeando los manteles. No, si al final se va Ud. a enterar que me gusta como escribe.