la compra
He necesitado todo un domingo para recuperarme de la hora larga de sábado mañanero en Carrefour, y eso que mi lista de la compra era escueta y un modelo de organización temática: fruta, verduras, pescado... Gracias a la nube de música orquestal, los aspavientos de los reclamos megafónicos: Señor García acuda a información ¿Tan sólo un García en todo el hiper?, y el barullo ambiente de toda la tropa de hambrientos con los carros cargados hasta el más allá, empecé a sufrir un aturdimiento general que me recordaba esos ciegos obnubilantes del hachís en los que, como decía el señor Baudelaire, el simple hecho de entrar en la farmacia y pedir un remedio resulta una tarea ingente y penosa.
Como no dominaba el mapa del hiper, después de traspasar la barrera metálica, me sentía vagando sin rumbo en megalópolis con tráfico de hora punta. Menos mal, que mi cabeza, que tiene un ojo clínico acelerado, más rápido y acertado que mis ojillos, acabó tomando el control de mis pies y me dejé llevar. Pegué el post-it con mi lista en la barra del carrito y me sentí entrar en el mundo feliz de rellenar el carro sin sobresaltos. Pero..., perdí el turno en la pescadería por atender al mismo tiempo el pesaje de cuatro manzanas y echarle dos tejos al alemán que se debatía entre los tomates cherry o en rama. Después del desliz, milité en la pescadería hasta que llegó mi turno: Una dorada, por favor. ¿Qué le hago?, me preguntó una recia morena con voz de sargento rusa. En blanco, me quedé en blanco. En un segundo todas mis horas de Ciencias Naturales desfilaron por mis conexiones cerebrales tratando de recordar la anatomía del pez. Pues... Humm..., las... escamas, le quita las escamas, las agallas, las aletas y la cola, pero NO la cabeza. La cabeza no se la quite, le remaché qué manía de descabezar el pescado tienen en esta villa. Al fin libre, tenía tachado el 99 por 100 de la lista, sólo me faltaba la piña en lata. ¿Dónde estará? Un error, nunca debí de incluirla en la lista. Encontrarla me costó varias tournées de ida y vuelta por los pasillos, echar mano de la lógica que no funcionó- y preguntarle a dos empleadas, más otro fallido que resultó ser un cliente, y me lanzó una mirada de Anda, guapa, tú qué te crees, que me dieron ganas de contestarle: Perdón, señor ingeniero y arrearle una palmadita en el bullarengue. Por una vez tuve suerte: no me tocó la cola de los torpes, y mi trasero y el carrito se deslizaron suaves y ligeros como una Harley Davidson.
10 comentarios
zeltia -
;-)
y en este post me senti muy identificada.
ahora solo voy al carrefour concreto que me conozco como las calles de mi barrio!, en cualquier otro hipermercado con km. de calles que desconozco, me renace la agorafobia!
Toisaras -
emma b -
Toisaras -
Pásame tus necesidades de víveres y de múrderes y yo me encargo.
Ya va siendo hora de que comas en condiciones y no esas guarrerías de doradas descabezadas, vírgenes tuertas...
!con lo ricas que son las acelgas!
emma b -
Anónimo -
Así no le ganamos la guerra a los rusos. Vale.
emma b -
Toisaras -
Estarás casi sola, tendrás de casi todo y para colmo despues te sientas en la terraza del Don Mauro y te cafeteas toda.
Item mas, no te pongas chandal para tal ocasión !por Dior! y si vas en Harley, tienes un solo moto al ladito.
¿ves que bien...?
emma b -
Finito de Aldeatejada -A la sazón novillero- -