en vela
Hace diez días que comenzó el otoño. El cielo azul brilla de verano. Las palomas picotean sedientas la piedra de la cornisa del edificio del hospital. El chirriar de los pasos insomnes en planta. Alguien se queja dolorido al fondo del pasillo. Un aire tibio aleja la nostalgia.
4 comentarios
emma -
Toisaras -
Todo de lo lánguido, de lo pálido. Ud. dándose baños de impresión y yo entre tanto, mirando desde la ventana del hotel, gozándome de su belleza inmarcesible cuando saliera de la caseta, ataviada con un traje de baño de color azul marino y ribetes blancos, con baberito marinero, su gorrito de baño de tela fruncido por una goma, y su tez tan pálida como la de un jesuita tísico.
Después, en el comedor mientras disfrutaba de una botella del mejor Sauternes, espiaría sus tobillos, forma libidinosa, disimulando de reojo. También tosería además de por mi incurable enfermedad, por la belleza de sus curvas praxitélicas.
A través del humo de mi cigarrillo de tabaco egipcio, soñaría con pasear junto a Ud. del brazo a lo largo del Gran Canal. Sabiendo de antemano, que todo es un sueño.
Aún así nos queda nuestra belleza y nuestro deseo.
Ahora póngase una cataplasma de semillas de mostaza muy caliente y verá como se le pasa lo de Rouco...
emma -
(me voy a tomar los baños que no hay nada como el mar en otoño)
Toisaras -
¿Tiene Ud. pupita?
!Ay madre! que se me ha puesto Ud. malita y yo sin enterarme.
¿Que tiene, mi bien?
¿Le duele?
¿Le pica?
Diga algo, no me tenga Ud. así. Ahora ya en un sinvivir.
Por Dios, por Dios...