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Emma B. El diario de una chica de provincias

cipreses

Fresas, tostadas con aceite y café, era el comienzo de un largo día de abril. La calle extrañamente silenciosa.

Los soportales de la Plaza una colmena de niños, mujeres, varones y de libros vapuleados por el sol. Un paso a la izquierda, de bruches caen mis pupilas castigadas sobre El niño del pijama de rayas, El extraño caso de Benjamin Button o la reedición de Paracuellos, estupendas historias comiqueras de los niños del Auxilio Social de Carlos Giménez. Niños de cara estrecha, ojos asustados y pelo pincho.

Tres pasos y un traspiés en las canillas, más niños con pijama, más Ken Follet y, ¡oh, sorpresa!, La Historia de España de Vidal y Jiménez Losantos. Intento alcanzar el siguiente puesto librero, un joven con cara lelo y nariz despistada me empuja de lado. Dos pasitos, una parada, medio empujón, cinco transeúntes esquivos, los Cuentos de Aldecoa, ni rastro de las Obras Completas de Shakespeare: "Están agotadas". Lo que me faltaba por oír, Shakespeare agotado... Un niño tira con fuerza del bolso y me confunde con la mama, dos jóvenes ojean el último Menkell, dos pisotones, un otear el puesto de las reliquias usadas, más calor, el sol en los Artículos de Larra, la frialdad en los gestos de los visitantes, el sudor en las manos escarchadas, ansiedad en la boca que bosteza, inquietud en la mirada acorralada. Y allí está enorme, entre los restos de colecciones, con pastas duras, letra menuda, y diez años a cuestas: El libro del desasosiego de Fernando Pessoa. Me regalan un marca páginas de Larra y en estampida atravieso la Plaza hacia los quietos cipreses de la plaza de La Libertad añorando los Cuentos Completos de Poe.

"En estas impresiones sin nexo, ni deseo de nexo, narro indiferentemente mi biografía sin hechos, mi historia sin vida. Son mis Confesiones y, si nada digo en ellas, es que no tenga nada que decir.
¿Qué tiene alguien que confesar que valga o que sirva? Lo que nos ha sucedido, o le ha sucedido a todo el mundo o sólo a nosotros; en un caso, no es novedad, y en el otro no es cosa que se comprenda. Si escribo lo que siento es porque así disminuyo la fiebre de sentir. Lo que confieso no tiene importancia, pues nada tiene importancia. Hago paisajes con lo que siento. Hago fiestas de las sensaciones. Comprendo bien a las bordadoras gracias a la amargura, y a las que hacen punto de media porque hay vida. Mi tía vieja hacía solitarios durante lo infinito de la velada. Estas confesiones de sentir son solitarios míos. No los interpreto, como quien usase cartas para saber el destino. No los ausculto, porque en los solitarios las cartas no tienen propiamente valor. Me desenrollo como una madeja multicolor, o hago conmigo figuras de cordel, como las que se tejen entre los dedos estirados y se pasan de unos niños a otros."
El libro del desasosiego. Fernando Pessoa.


6 comentarios

Holly -

Ya veo que todo el mundo se lanzó en busca del libro y del tiempo de leerlo,con guardapolvos,guatiné...o quizás Emma con satén...guipur y transparencias...
Yo me he hecho,entre empujones y escasa tranquilidad,con un tocho de Lin Yutang,"La importancia de vivir"...y mira tú que no sé si voy a encontrar el atuendo y/o el lugar....
Saludos

Toisaras -

! Lástima! yo la imaginaba Galdosiana y va Ud. y me cuelga en la pared el bote de sopa Campbells.

emma -

lo del cenicero de Cinzano estupendo, el tabaco a mansalva pase -a esas alturas ya dará lo mismo fumar que no-, y además, lo q usted dice: " da empaque", pero lo de la mesa camilla con falditas y brasero incluido ni se le ocurra. un sofacito de cretona pase, casi mejor una "chaise-longue" -sólo leo tumbada-, pero esa postal de orejeras y camillita para nada, encanto. Luz radiante que ilumina y da calor al mismo tiempo creando una atmosfera playera, nada de braserito -suena a Pérez Galdos-, una mesa que cambia de color según el estado de ánimo y tiene música incorporada y bien mona. niño ya estaremos en el XXI entrados,

ah! y olvide el guardapolvos, si eso parece el mandilón que usan las señoras en oriente, algo más sexy porfa!

el nombre el que quiera.

Esto ya parece otra cosa!

Toisaras -

Un par de sillones de oreja, una camilla amplia con faldillas amorositas y su brasero eléctrico, cafetera italiana de dos tazas (para no tener moscones)un surtido de Reglero y...libros, muchos libros. Que huelan a polvo y humedad, con sus ácaros y todo.
Una lámpara colgante con una bombilla de 100 watios (antes 100 bujías)
Un cenicero de Cinzano de aquellos triangulares.
Tabaco por cartones, el humo denso, da empaque a un sitio como el que imagino.
¿Ud. se pide "guardapolvos"?
Si es así, solicite color y talla.
Cartel en la puerta:
Librería de lance TOISEMMA, no por nada, es que es más fonético que EMMATOISA.
!ah!y unas gafitas de cerca para la punta de la naricilla.
Ande, aporte algo al negocio común.

emma -

así que pasando el día de la patria en un "dolce far niente" capitalino, ¡cómo se cuida,niño!
espero que me haga un sitito en su trastienda y me invite a un cafecito.

Toisaras -

La Feria del Libro en los madriles transcurrió con más sosiego, sin pisotones ni empujones.
Variedad y precio.
De mayor quiero una librería de viejo, con un guardapolvos gris, y un cartel en la puerta que siempre diga "cerrado" así podré leer a mis anchas.
Sólo compré una cosa simpática:"El Criado Chino" de Earl Derr Biggers, fíjese Ud. de Selecciones de Biblioteca Oro.
Luego vermú en Recoletos al solecito madrileño.
Todo de lo fastuoso.