alemanes, crisis y Brecht
Los angelitos rubios del Staastsschauspiel Dresden consiguieron inquietarnos con sus palabras lanzadas desde los mataderos del Chicago de los años treinta (sí, tras la gran crisis del 29). Su obra basada en el Die Heilige Johanna der Schalachthofe (este alemán me mata) de Bertolt Brecht parecía recién escrita, humeante, recién salida del horno. Las noticias de los últimos meses se declamaban a gritos en el escenario: crisis en los mercados, las acciones se hunden, los sueldos bajan (les suena?), los bonos carecen de valor, las empresas cierran, crisis financiera, miles de trabajadores en las calles.
Ante nuestros ojos y oídos más de tres horas de un inframundo asfixiado por la miseria, a sus habitantes tan sólo les queda luchar por la supervivencia; más de tres horas de una sociedad convulsa, cuyos principios morales se tambalean, dual: los buenos y malos, los de arriba y los de abajo.
Todo nos sonaba y mucho. Todo lo comprendíamos a la primera y eso era lo peor. Que ya no eran los mataderos de Chicago, los años 30, no era una ficción más de Brecht. Todo está aquí, aquí mismo. Así, tan crudo, tan al lado, que esa miseria y esa violencia enrollada al día a día parece cuestión de meses. ¿Seguro?
Hoy mismo, otra vez, la prensa alemana vuelve a insistir -citando fuentes gubernamentales- que la UE prepara un plan de rescate para España: el sistema financiero español ha empeorado considerablemente, Trichet alerta sobre el peligro de una crisis de la deuda en España.
Cuesta abajo en mi rodada... (canto, por no llorar).
2 comentarios
emma -
Toisara -
Cuando todo pase, la risa de otros tiempos aunque menos sonora, me permitira continuar con la felicidad interrumpida por el lado serio de la vida.
Entonces volveran los amigos que huraños,escapan a su propia realidad y buscan el refugio de su caparazón.
Veo como una fuerza centrífuga aleja de mí a los seres queridos, que huyen unos por necesidad vital y otros por miedo a la vida menos lírica que nos toca ahora vivir.
Nos quedan los "zombies" que sin esperanza ni sustento pasan los días en la calle viendo escaparates con aquello que ya no les es posible tener. Sólo su miseria.