Es una mañana sin tropiezos ni nubes. El atasco de Álvaro Gil se estampa sin remedio sobre los vehículos agitados y las manos impacientes y los pies a la deriva. La sombra de tu casa tiñe de gris la calzada. Una brisa agradecida no ayuda a arrancar. Los pies han encontrado su hueco, avanzan perezosos. No hay rostros tras los cristales. El río se cuela sobre el lecho del Tormes, roza los juncos y las barcas resbalan esponjosas. El aroma de la noche llega más lejos en verano.
Es usted un poco "copiona", aunque ya me imaginaba que le gustaría
emma -
sí, encanto, sí, aún escribiendo, a trompicones, tarde, bajo chuzos de punta, entre nieblas encendidas y calores de recorta y pega, y "mares de viento" -me gusta se lo tomaré prestado.
Anónimo -
Aún escribiendo entre mares de viento
Hyde -
Yo creo que lo mejor que podías hacer era unos bailes en el Camelot.
Toisaras -
Eso, atízeselas, atízeselas, y el peruchi ya sabe, con anchoas y moderación. Su espinazo lo agradecerá.
emma -
vaya..., ahora que lo dice sí que languidecía..., tendré que atizarme unas sesiones de veladores en la plaza y tal vez me alegre el espinazo con un peruchi en las manos.
Toisaras -
Se aprecia una cierta languidez en su escrito, mas propia de principio de primavera que de verano. Con lo del fumique, las terrazas un horror;las hay hasta en lugares insospechados y que hacen dificil el paso. Se ha convertido lo de sentarse en una terraza como una tarde en Gargabete. Las señoras viudas que acaparan casi todas las de la plaza, no va a sentarse a una terraza. Van de "veladores", así, tal cual. Y yo que me alegro.
8 comentarios
emma -
Anónimo -
emma -
Anónimo -
Hyde -
Toisaras -
emma -
Toisaras -
Con lo del fumique, las terrazas un horror;las hay hasta en lugares insospechados y que hacen dificil el paso.
Se ha convertido lo de sentarse en una terraza como una tarde en Gargabete.
Las señoras viudas que acaparan casi todas las de la plaza, no va a sentarse a una terraza. Van de "veladores", así, tal cual.
Y yo que me alegro.