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Emma B. El diario de una chica de provincias

delicias con escarcha

 

La ira de los dioses de la informática ha colapsado mi computadora, y esto es todo lo que su misericordia me ha permitido escribir en bastantes días.

"Glen Gould dijo: "El aislamiento es un componente indispensable de la felicidad humana."

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"En un documental, Gould interpreta las Variaciones Goldberg en estudio, acurrucado en su banqueta baja: a la cámara, a veces, le cuesta trabajo localizar su cabeza entre la tapa del piano y la vra que la sostiene levantada. Su madre tocaba el piano con frecuencia durante el embarazo, y él, aquí, viene a ser, casi, una presencia fetal: el feto considerado como genio."

Contrapunto. Don DeLillo 

varsovia

varsovia

 Varsovia.

 

Visité Varsovia a principios de 1963. No conocía a nadie en la ciudad. La primera noche asistí por azar a un teatro cercano a mi hotel. Sin entender una sola palabra quedé deslumbrado. Al volver al hotel me perturbó la semejanza con mi abuela que advertí en una empleada de la recepción, una anciana. No sólo su rostro, sino también sus gestos, su manera de llevarse el cigarrillo a los labios y exhalar el humo me parecieron idénticos. Fue casi una alucionación. Me obligué a creer que era efecto de la excitación teatral y subí a mi cuatro.

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 La escritura, muy a menudo, y todo autor lo sabe aun sin proponérselo, rescata zonas pocos visitadas, limpia los lugares deseados de la conciencia, lleva aire a las zonas sofocadas, revitaliza todo lo que ha empezado a marchitarse, pone en movimiento reflejos que uno creía ya extinguidos.

 El mago de Viena. Sergio Pitol.

el amor y las setas

"Si uno pudiera distinguir el verdadero amor del falso, como uno distingue las setas buenas de las malas. Con las setas es muy sencillo: se salan bien, se guardan y se espera con paciencia. Pero en amor, en cuanto uno ha descubierto algo que se le parece lejanamente, está seguro, no sólo de que es un ejemplar auténtico, sino de que quizás es la única  seta que aún quedaba por coger. Y se necesitan un número espantoso de setas malas, para convencernos de que la vida no es toda un hongo interminable."  

1917, Diario. Katherine Mansfield.

 

16 de enero de 1920

<<He escrito y enviado artículos. Me he quedado en la cama, he trabajado. El día era hermoso. He tenido que trabajar mucho. Por la noche he empezado otr novelita "Extraño error". Huelga de correos, ni cartas, ni telegramas. No he podido dormir. Mi vida en Londres me parece muy lejana y semejante a un sueño. L.M. me ha hablado de cuando era niña.>>

Diario. Katherine Mansfield.

 

Despierto tarde, desayuno y  me quedo en la cama. He conseguido pasar de la página 30 de "El sonido y la furia", desde la 31 Faulkner me tiene atrapada. No escribo ni un correo. La niebla no ha levantado en todo el día. Misombra crujía en la oscuridad, olía a niebla. 

<<Padre fue hasta la puerta y nos volvió a mirar. Luego volvió la oscuridad y padre se quedó allí todo negro en la puerta y luego la puerta quedó a oscuras otra vez. Caddy me abrazó y yo los oía a todos, y a la oscuridad, y a algo que olía. Y luego vi las ventanas, donde los árboles hacían ruido. Luego la oscuridad empezó a convertirse en formas suaves y brillantes, como hace siempre, hasta cuando Caddy dice que he estado dormido.>>

  El sonido y la furia. William Faulkner.

 

 

 

lectura sorpresa

 

Cumplí mi venganza. No arrasé las estanterías de Víctor Jara porque me faltaban monedas pero me hice con: El mago de Viena, de Sergio Pitol, La bestia del corazón, de Herta Müller, Yo mataré monstruos por ti, de Victor Balcells Matas. Éste último, la verdad lo compré por el título, que suena a declaración principesca de novela de caballerías y por la foto de la portada: ¿qué clase de tipo es éste que se planta como un musculitos de circo en la portada de un lindo librito cuadrado? Ya lo he terminado y han resultado todo un descubrimiento los relatos del señor Balcells. Me gustan estos relatos de personajes sin rostro y sin descripciones al uso, el desparpajo y tino de su palabrería. Me gusta la ingenuidad y ternura de algunos de ellos nada pasteles, con palabras crudas y atrevidas. Y me gusta que los relatos se desarrollen en Salamanca, que los personajes caminen, coman o maldigan en los espacios de esta ciudad. Ya está una un poco harta de que todo suceda en New York, Londres o París.

Mis favoritos: Cerco de un centro di gravitá permanente porque me recuerda a mi querido Carver -y todo lo que huela a Carver me pone- y porque a pesar del título no recuerda a Battiato, Primer amor, Primer beso, La continuidad de los peces, Por quién doblan las campanas, Pizarnik sobre todo por lo que no cuenta, Sing along to songs you don’t know, La era del pingüino y, ¡cómo no!, Yo mataré monstruos por ti y Quién me defenderá de tu belleza por el relato y porque ese verso de Buonarrotti me pierde.

Claro que hay algún momento que el señor Balcells “se pone estupendo” como cuando airea su bagaje cultural, pero me temo que es cosa de la edad, y seguro se le pasa. Muy recomendable el librito niños queridos.

 

“Alguien le hizo una pregunta [al pez]. Pero le palpitaban los oídos por el dolor. Se estremecía y caía hacia el fondo. ¿Qué has aprendido?, le habían preguntado, otro pez o un escarabajo, o un amigo.

Que lo más difícil para el pez es amar a su pescador, contestó mientras se hundía. Que todo dura una noche, meses apenas. Qué sólo se vuela hacia lo efímero. Que el otoño jamás cambia. Y tampoco el silencio.”

La continuidad de los peces en Yo mataré monstruos por ti. Víctor Balcells Matas.

Editorial Delirio

 

diciembre, domingo (1915)

Las cuatro y diez. Estoy segura que éste es el peor domingo de toda mi vida. He llegado al fondo. Mi corazón ya no late. Sigo viviendo gracias a una especie de zumbido de la sangre en mis venas. Está obscureciendo, sólo en las ventanas hay un resplandor blanco. El ruido de mi reljo, encima dela mesa al lado de la cama, es fuerte y vigoroso, como si fuera rico de una vida diminuta, mientras yo desvanezco y muero. Ya es de noche. El mar está muy agitado. Roza las rocqas, las barre, las cubre, las ciñe y les salta por encima. En la luz cruda y metálica, las rocas toman un color rojizo. En lo alto una raya ancha y vierde morado de una montaña, y sobre la montaña un cielo de un azul tendue que resplandece como el inteior de una concha mojada. La luz cambia a cada instante. Hasta en este momento, mientras escribo, se havuelto menos cruda. Algunas nuvecitas blancas coronan la montaña como humo que asciende. Y ahora un color de púerpura, amenazador y extraño está cubriendo el cielo. Los árboles voltean en esta claridad inestable. Un perro ladra. El jardinero habla solo y arrastrando los pies curza el sendero bien rastrillado; recoge el cesto de hierbas arrancadas y ser va. Dos enamorados pasean al borde del mar. Llevan abrigos gordos y ella lleva un pañuelo rojo en la cabeza. Andan orgullosos y despreocupados, muy juntos y desafiando el viento.

Hoy estoy enferma - no puedo andar – y sufro.

Diario, Katherine Mansfield.

 

 

I walk the line. Jonnhy Cash.

Video y música de la película Into the wild  (Hacia rutas salvajes) de Sean Penn.



 

 

 

"y por fin escapa de la habitación por el techo y desciende en la cadena del pararrayos hasta la calle. Ahí es difícil seguirla (una línea)  a causa del tránsito, pero con atención se la verá subir por la rueda del autobús estacionado en la esquina y que lleva al puerto".

Las líneas de la mano. Julio Cortázar.  

Gracias a mis artistas favoritas: Ana y la pequeña Matilde.


Poppies. Georgia O'Keeffe.

alemanes, crisis y Brecht

Los angelitos rubios del “Staastsschauspiel Dresden” consiguieron inquietarnos con sus palabras lanzadas desde los mataderos del Chicago de los años treinta (sí, tras la gran crisis del 29). Su obra basada en el “Die Heilige Johanna der Schalachthofe” (este alemán me mata) de Bertolt Brecht parecía recién escrita, humeante, recién salida del horno. Las noticias de los últimos meses se declamaban a gritos en el escenario: crisis en los mercados, las acciones se hunden, los sueldos bajan (les suena?), los bonos carecen de valor, las empresas cierran, crisis financiera, miles de trabajadores en las calles.


Ante nuestros ojos y oídos más de tres horas de un inframundo asfixiado por la miseria, a sus habitantes tan sólo les queda luchar por la supervivencia; más de tres horas de una sociedad convulsa, cuyos principios morales se tambalean, dual: los buenos y malos, los de arriba y los de abajo.


Todo nos sonaba y mucho. Todo lo comprendíamos a la primera y eso era lo peor. Que ya no eran los mataderos de Chicago, los años 30, no era una ficción más de Brecht. Todo está aquí, aquí mismo. Así, tan crudo, tan al lado, que esa miseria y esa violencia enrollada al día a día parece cuestión de meses. ¿Seguro?


Hoy mismo, otra vez, la prensa alemana vuelve a insistir -citando fuentes gubernamentales- que la UE prepara un plan de rescate para España: el sistema financiero español ha empeorado considerablemente, Trichet alerta sobre el peligro de una crisis de la deuda en España.


Cuesta abajo en mi rodada... (canto, por no llorar).

Puedes detener a tiempo la mano que va a golpearte.

Pero la lengua que te acusa, ¿cómo detenerla?

Cuentos de los sabios taoistas. Pascal Fauliot.

 

 

fruta de temporada

<font color= #F4DD14> fruta de temporada</font>


Mi frutero visto por Seara


Το Μετέωρο βήμα του Πελαργού ( The Suspended Step of the Stork). Eleni Karaindrou.


No sé si lo he dicho alguna vez. Da igual. La música de esta señora griega es uno de mis vicios.

lunes con libro


Con tantos quereres como le tengo a Misombra, el descubrimiento de este rutilante fragmento de El rayo verde de la señora Poniatowska me ha alegrado este lunes de nuevo frío y oscuro.


"Si antes iba yo a la playa casi desnuda, hoy cargo el bolsón de las precauciones. Encierro mi sombra para que no escape, la doblo en dos y la extiendo como toalla en la arena. A veces va a meterse bajo las sombrillas y tengo que gritarle que aún es mía. No le gusta reflejar mis hombros que se encorvan, mis piernas vencidas. Se alarga queriendo ser garza, mientras yo me asiento como el café en la taza, doblo el cuello. ¡Hasta ella quiere abandonarme como me abandonó la otra después de hablarme del rayo verde!"

El rayo verde. De noche vienes. ELENA PONIATOWSKA.


bálsamo





In dreams. Roy Orbison.

Los zapatitos listos y en la puerta


Y un recuerdo para la pequeña Lhasa que nos ha dejado un poco más tristes sin sus canciones.
Sit tibi terra levis.


madroños

<font color=#B40404>madroños</font>


Los Puentes del Alagón

¿blanco o negro?

Al fin he logrado sentarme delante del portátil más de una hora, sin prisas, con toda la tarde y la noche por delante. Contenta por haber atizado unas cuantas patadas a las hojas desparramadas por las aceras -pasatiempo otoñal favorito que entretiene mis idas y venidas diarias-.

El azar televisivo me alegra la tarde del sábado con Gilda. Tumbada en el sofá sin parpadear, trato de grabar en la memoria un sinfín de diálogos sin desperdicio: "La odiaba tanto que no podía quitármela del pensamiento. Estaba en el aire que respiraba, en la comida que tomaba" nos confiesa Johnny Farrell, "Te odio de tal modo que buscaría mi perdición para destruirte conmigo" le larga Gilda a Johnny bastantes minutos más tarde.

Espero impaciente que Miss Rita cante sus hits. De blanco con la barriguita al aire, el siempe nostálgico Amado mío con un bailecito sin desperdicio. De satén negro y escote palabra de honor luciendo hombros y medio brazo -eso sí, siempre con larguísima abertura para exhibir piernas de infarto-, el escandaloso
Put the blame on mame
con el streptease del guante. Esa imagen de Gilda con los brazos en cruz, lazada enorme ajustada en la cintura y guantes largos merece un lugar en "Las lágrimas de Eros" -la exposición del Thyssen que recorre los mitos eróticos basándose en el libro de Bataille-. ¡Qué sexy, por dios! Y han pasado más de sesenta añitos. Lo peor, no sé por cuál decidirme: ¿blanco o negro?



Marc Chagall: Por encima de la ciudad



"porque el tiempo duele al pasar. Si pudiera decirte que eras tú: eres tú todavía: tu rostro mirándome sin entender. Si pudiera decirte todo cuanto escondía. Yo sin dejar que mis dedos fuesen delicados y atravesasen el aire para tocar las líneas de tu rostro: la piel del rostro que te contiene. Yo, culpable. Tú, delicada, mirándome sin entender. Yo: tú. Si pudiera contarte toda la pena que escondía, y la ternura, la lástima. Si pudiera contarte que en todo: en nostros: el tiempo."

Cementerio de pianos. José Luís Peixoto.