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Emma B. El diario de una chica de provincias

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purita filosofía

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#haikusdeestantería


 


verano a lo lejos

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#haikusdeestantería

siempre vuelve

siempre vuelve

Las hojas de ciruelos caen despacio hastiadas del peso de las gotas de lluvia.  Las nubes han dejado de pasar. Las manzanas se pudren sobre la hierba y los limones han engordado demasiado. Comienza el otoño, y apenas he visto el verano. Cuando vino a saludar  estaba entretenida en los bailongos nocturnos de las Conchas  Electrónicas. Bufó despechado, dejándome plantada con dos bofetones de calor sahariano,  y noches tiritando en las escaleras de la Pontificia. 

Todo ha quedado en un visto y no visto:   

Un suspiro entre Os Anjos lusitanos del Museo  Alberto Sampaio.  

Una gitana arrugada en bata de madrugar y camisón de hospital,  con mascarilla de oxigeno canta a Camarón en los bancos de Anaya,  y fuma sin parar. Otra madrugada de calor bajo los pinos.   

Copas de aguardiente blanco en la madrugada de agosto bajo una sombrilla trenzada con las camisas de los amantes olvidados.

Una femme fatale con los hombros desnudos, caderas escuálidas y ladillas en el pubis a la puerta del bar en una callejuela de medieval, como una Ginebra desmemoriada esperando a su Lanzarote del Lago.

Muertos que levantan el puño y vivos que ansían un lugar bajo el sol a salvo de los incendios.

 Los aromas de quesos frescos, de oveja, de cabra, curados, en aceite  o picantes en la nevera vegetariana.

         Aferradas a sus manos, las mujeres inciertas apoyan sus vientres contra la barandilla del  ferry de Staten Island,  observan  los reflejos del sol poniente sobre los edificios acristalados de Wall Street. Los encajes de espuma de la estela del barco nos señalan el camino.

 ¿Qué esperamos congregados en el foro?
Es a los bárbaros que hoy llegan.
¿Por qué esta inacción en el Senado?
¿Por qué están ahí sentados sin legislar los Senadores?
Porque hoy llegarán los bárbaros.
¿Qué leyes van a hacer los senadores?
Ya legislarán, cuando lleguen, los bárbaros.

Esperando a los bárbaros. Kavafis. 


(Instalación en una plaza de Guimaraes. Gracias a The Passenger por la fotografía)

bamboleo

 

Mi vida se ha vuelto un constante bamboleo, un movimiento pendular de los fragmentos a las burbujas: de los fragmentos de tozuda realidad a las burbujas de los sentimientos. Así entre  burbujas  y fragmentos vamos matando el los días. 

 
Hay burbujas blancas de cristal transparente que suenan a noche, y burbujas de sol invernal que templan el alma. Hay   fragmentos   instalados en los pliegues  cotidianos como parásitos aferrados a la piel de una ballena que nos someten y se alimentan de nosotros.

 

 

Me acuesto con Gallardón postulando limosnas judiciales, con de Guindos pidiendo  "papas", y soñando con "Las Vegas"  a tiro de piedra. Y me despierto con la niebla escarchada, el IBEX de juerga flamenca,  Camps absuelto a carcajadas y Blanco hecho un Campeón. Y para comer huevos escalfados.

 

esperando la lluvia

En el viento había gotas de lluvia. El polvo de las aceras se recogía entre los pliegues de la falda, sepultado bajo las suelas de los zapatos. Las nubes ofuscadas sudaban tinta china en su galope hacia el oeste. Las hojas de las acacias llamaban a las ventanas, caían desplomadas en los balcones. Las horas zarandeaban los escalofríos de los caminantes. Y a las once de la noche comenzó a llover. En el agua de lluvia no había viento.

¿ya estoy aquí?

 

Misombra dice que padezco el “efecto Google”, que he abandonado mi memoria en el teclado.

 Barra de google, tecleo:   s o m b r a

Primera entrada:  Una sombra es una región de oscuridad donde la luz es obstaculizada.(wikipedia, dixit).

Miro alrededor. Es ciudad de oscuridad.

 

Tecleo: 50.01/1.209

Primera entrada:  50.01 / 1.20900 = 41.3647643

 

¡Dios! Soy de google. Lanzo  la calculadora por el balcón.  ¡Adios calculadora solar!, y  bye, bye memoria.

No es ciudad para olvidos.

 

16 de noviembre

<<¿No aparece ya claro todo el destino de un niño de tres años cuando, mientras lo visten, piensa inquieto cómo hará para vestirse cuando grande, él, que no sabe hacerlo?

Para poseer algo o a alguien es necesario que no nos abandonemos a él, que no perdamos la cabeza, que, en suma, seamos superiores al objeto apetecido. Pero la ley de la vida es que se goza sólo aquello a lo que nos abandonamos. Estuvieron magníficios los inventores del amor a Dios: Dios es lo único que, a la vez, puede poseerse y gozarse.>>

El oficio de vivir. Cesare Pavese.

ausencia, otoño y fantasmas

La pareja se ha ido. La pequeña Lolita y el polaco han conseguido meter el traperío desparramado por la habitación más los productos de la tierra en la maletita y nos han dejado. Misombra dice que ya era hora, que tanto amor para desayunar le revuelve el estómago y luego no se le asienta en todo el día. "Pero..., si es tan bonito, dos rubios tan monos, tan juntitos...”, creo que me estoy volviendo una sentimental. Cómo añoro nuestras sentadas en el balcón para fumar a escondidas de Misombra y el polaco que se está quitando y araña si olfatea el tabaco. Lo peor va a ser el verano, apenas faltan unas horas para que se vaya y ya le añoro. Aquellos calores sedientos, las noches a la sombra de la luna..., más de nueve meses para volver, toda una gestación a base de abrigos y escarcha.

Para festejar la vendimia y el fin del verano nuestros políticos han celebrado el Día de la Provincia. Todos los que son alguien en la política provincial, -o de la provincia o provinciana ¿cómo se dice?, últimamente ya no sé ni escribir- estaban ayer en el Palacio de Congresos aplaudiendo la medalla de oro al señor del Bosque -Milanzarote tan acicalado como siempre no faltó a la cita- y comiendo de lujo.

Zapatero nos sube la luz, pero no me sube los impuestos en esta hornada, y le espera la huelga general para celebrar el otoño.  

Hoy a las 5:09 hora oficial peninsular comienza el otoño, Marte, Júpiter, Urano y Venus son visibles al atardecer, dentro de poco podremos ver las Dracónidas, y además es luna llena. Pero..., eso no me consuela; hoy se cumplen dos meses desde que mi querídisimo amigo murió;  de pronto, en cinco golpes de teclado.

“Con los jazmines sucede lo mismo que con las personas que salen a vagar por las noches después de muertas”*

No huelo los jazmines pero siento un frufrú en el balcón con olor a tabaco que me recuerda a los ausentes. La casa encantada comienza el otoño.

 

 *La hojarasca. Gabriel García Márquez

abril


Ha pasado San Ezequiel, el día de la República y San Calixto, y hemos llegado a San Jorge con un libro y sin una rosa. Todavía no me acostubro a los gritos doloridos de las gaviotas, ni al calor destilado de la habitación 218. En el jardín las flores de los rododendros escurren las últimas gotas de la noche. Esta mañana ha vuelto a llover.


desatinos

Hay semanas que una espera detrás de la puerta abrazada a Misombra, temiendo que el vello se erice del revés y acabé perforando los capilares, que esas mariposillas en el estómago -propias, dicen, del enamorado- se lancen a recorrer mundo y se instalen en el cerebro, o que postulas sanguinolentas crezcan en manos y espalda. Sin embargo suceden presusoras, en ritmo monocorde, sin sustos; comienzan como la nieve del martes fría y compacta pero que un airecillo cálido deshace hilillos de agua.

espías y barajas nocturnas

A las 2:03 no podía seguir leyendo las aventuras del retorcido personaje de Auster en el lejano oeste. Cerré el libro, apagué la luz y eché el cierre.

Despierto sudorosa y dispuesta a madrugar, a dejar en la almohada el tropel de sueños de esta noche, tercos olvidados. Miro el reloj, tan sólo ha pasado una hora, son las 3:14 , todavía queda sitio para unos cuántos sueñecitos. Silencio. La luz de la farola me deja ver la silueta de la mujer del cuadro de Hooper. Lee al borde de la cama en una habitación de hotel. Sola. Recuerdo el anuncio en la web no sé qué: "Espía a tu vecinita sin que te vea. Ningún muro podrá frenar tus fantasías. Convierte tu móvil en una cámara espía." Tal vez los vecinos de enfrente se lo están pasando como enanos viéndome dar una vuelta, otra, otra más, decúbito supino, de lado. Me levanto medio mareada y por ver si hay moros en la costa. Nada, los vecinos cerrados a cal y canto tras las persianas. Sin resquicios de luz entre las rendijas. Ni un alma. Los obreros han abierto de nuevo la zanja de la obra de mi calle inexistente, y van... seis. Misspiernas duerme sin bajar la persiana como yo. Tampoco hay luz. Con cámara de andar por casa y espiando desde la terraza familiar un
abuelito
se hace famoso con la obra de El Corte Inglés.

Es lo que tiene la noche, la toma una con algo y se alarga ad infinitum, por lo menos hasta que agarra las neuronas por los cuernos y decide poner orden en el gallinero. Recurro a Cortázar. Abro Octaedro al azar en busca de alguna señal: "Más tarde -la noche giraba despaciosa con su cielo hirviente de estrellas-, otras barajas se mezclaron en el interminable solitario del insomnio. La mañana traería las llamadas telefónicas, los diarios, el escándalo..."

Clarea por el este. Lejos, muy lejos. Recordar el concierto de Ara Malikian de anoche todavía me estremece. Son las 7:55, una jauría de pájaros ha comenzado a gorjear.

noches de verano

Las fragancias de las noches de verano despiertan los deseos dormidos. Olores del jardín después de la tormenta. Era medianoche, gotas sonoras y brillantes comenzaron a caer, templadas y huecas. Vapores despiertos y deseos húmedos de noche de sábado. La lluvia arrecia. Aromas de pieles hambrientas santifican la noche de piedra dorada. Bautismo de lluvia. Promesas y deseos. Los cuerpos empapados en las escaleras de la Clerecia. Estrellas y conchas. Los sonámbulos caminan con la expresión de los seres olvidados. Olores desde de la tierra, desde los balcones; rosas, geranios, petunias, juncos, trigales, tilos y flores sin nombre ascienden por la calle Compañía. Un aviso de dios. Una promesa cumplida.

domingo silente


Es una mañana extrañamente silenciosa, el cielo cargado de grises. Los coches no suenan en la avenida, ni el taconeo de los fieles por la acera. Desde mi ventana puedo ver los pájaros madrugadores que revolotean entre las antenas. Antes de desayunar apenas eran dos, ahora he contado hasta diez. Una mañana quieta. Aire fresco de plomo tormentoso. Cuento las antenas, veintisiete. Nunca me salen las mismas, ayer eran veinticinco. Suena un teléfono en la calle, y la ducha del vecino. Subo el volumen de la música, Le jazz et le gin.


un día

Comienzo el día. El día es el cartero que llama en mi casa pero se ha equivocado de piso.

Un par de horas más tarde, el día es un chulo en un coche tortuga que casi nos atropella en un paso de peatones y semáforo verde.

A las dos, el día es el estanquero que no puede venir a tomar el Perucchi porque ha quedado para fornicar.

En el sillón, el día es Milanzarote que se va Cuba! en viaje de trabajo (qué venga moreno, por dios!, ese tono cadáverico no le sienta nada bien)

El día son las palabras ocultas, las canciones y las voces.

Con esta oscuridad ya no hay día. Hay un anuncio en la tele que dice que somos todo lo que hemos visto… Borges decía que “Somos todo el pasado…”. A estas horas soy todo pasado y sueño.

el deseo


“Una puerta de entrada a la filosofía de Deleuze consiste en entenderla como una filosofía vitalista. Pero no basta pensar que un vitalista es alguien que ama la vida; es demasiado ambiguo, incluso trivial y anodino: a primera vista todos los humanos parecen amar la vida, puesto que se aferran a ella. Así que tomaremos prestada una idea de Nietzsche y definiremos a los vitalistas como aquellos que aman la vida no porque están acostumbrados a vivir, sino porque están acostumbrados a amar. Estar acostumbrado a vivir significa que la vida es algo ya conocido, que sus presencias o sus gestos o sus desarrollos se repiten y ya no sorprenden. Amar la vida porque estamos acostumbrados a vivir es un querer lo ya vivido. En cambio amar la vida porque estamos acostumbrados a amar no nos remite a una vida repetitiva. Lo que se repite es el impulso por el que nos unimos a las ideas, a las cosas y a las personas; no podemos vivir sin amar, sin desear, sin dejarnos arrastrar por el movimiento mismo de la vida. Amar la vida es aquí amar el cambio, la corriente, el perpetuo movimiento. El vitalista no ha domesticado la vida con sus hábitos, porque sabe que la vida es algo mucho más fuerte que uno mismo.”

El deseo según Gilles Deleuze. Maite Larrauri/Max.

Las nubes no han dejado de pasar. Vienen sacuden su melancolía y se van. La lluvia chisporrotea sobre el tejado del palacio de Monterrey. El ciprés cimbrea ladino sus ramas. El viento revuelve los cabellos y me deja en blanco.

últimamente a la sombra

Últimamente, a la sombra de una cortina blanca tengo sueños deshilvanados, prendidos con alfileres. Tienen varios remiendos mal rematados que se desflecan. Necesito varias horas de la mañana para repasarlos y cogerles el dobladillo. Aún así, y a pesar de mis dotes de zurcidora no consigo una vestidura ni tan siquiera corriente. Si me duermo bajo los tilos ¿cómo serán los sueños?



el fin de semana no prometía

El fin de semana no prometía grandes filosofías, más bien un par de días turbios, pasados por agua y relax. El viernes decidí comenzar con los deberes pendientes y, antes que nada, ver “Elegy” de Isabel Coixet. Me defraudó –sí, demasiado categórica, lo sé-. Entre Pe, que no acabo de pillarle el punto, y su falta de química con Ben Kingsley —¿alguién se cree tal amorísimo entre ambos?—, y ese hombre que se derrumba entre melodías de Satie, caídas de hojas y demás touches melancoliques sale una con el “no me lo puedo creer” en la punta de la lengua. Me dejó mal cuerpo, con los pelos revueltos y el estómago encogido hasta que me atizé unas dosis de publicidad en la tele que dejaron como nueva; me cargaron las pilas para dos o tres días.

En el primer spot, cientos de niños de diferentes nacionalidades, con acentos distintos que piden un mundo «para los hijos de nuestros hijos». Comienza con una mocosa de unos cinco años que les da el desayuno a los papis: “Mamá, papá, quiero tener un hijo”, y así el resto de la caterva nos cuenta qué mundo quieren para ellos. Está claro, Endesa intenta transmitir continuidad tras la OPA, y además confianza en un futuro mejor, a pesar de la crisis del petróleo y de los alimentos, de las hipotecas basura. Un futuro que nosotros y nuestros hijos imaginan posible, al alcance de la mano. Se trata de inducir confianza frente a este futuro incierto que planea en la calle y en nuestras cabezas, que nos hace tambalear y dudar.

Pero lo curioso es que otra empresa del sector energético pone su granito optimista con otro original anuncio. Con música de piano de fondo repasan los logros de la humanidad: “Inventamos la rueda. Descubrimos el fuego. Llegamos a la luna. Hicimos el pan y sal... Inventamos Manhattan, Macondo... Hicimos catedrales, pirámides, aviones. Inventamos el rock, la penicilina..., los jardines de Babilonia y hasta Peter Pan. Si hemos sido capaces de todo eso, cómo no vamos a ser capaces de proteger lo que más nos importa. Repsol, inventemos el futuro.” Todo un mensaje de optimismo y fe en la humanidad –si antes lo hemos hecho, ahora ¿por qué no?—, creer en el futuro, en el poder del hombre para crear un futuro mejor a pesar de la crisis, de la desazón y falta de confianza. La antítesis del “No hay futuro” del punk. Hay un futuro, está por inventar, nos dicen.

Ahora que el precio del petróleo se ha disparado, los bio-combustibles no son alternativa y provocan crisis de alimentos, el ladrillo va de capa caída, y la economía cuesta abajo en su rodada, los grandes del sector energético se empeñan de infundirnos optimismo, esperanza y fe en el porvenir: Está claro, amigos, saldremos de ésta. Todo está en nuestras manos, y tú puedes conseguirlo.

Creo que Solbes, los ladrilleros, la banca Morgan..., deberían contratar a las agencias de creadoras de estos anuncios para que transmitan con pizco de confianza a los mercados, y a los consumidores a ver si relanzamos la demanda. ¡Y a crecer!

¡Si son las mil! Necesito mi dosis de Repsol.

miro por la ventana

Miro por la ventana. El suelo está mojado. Una hilera de coches bordea la acera. Azul, blanco, plateado, blanco, negro, granate, blanco, blanco, gris, plateado. Los estorninos levantan el vuelo al escuchar la sirena de una ambulancia. ETA ha vuelto a matar. La hilera de coches da la vuelta a la esquina: azul marino, negro, blanco, gris, gris.

Dos mujeres de pelo negro caminan bajo mi balcón. Hablan despacio en una lengua que no entiendo. Si fuera primavera vería el sol reflejarse en los cristales de los coches rojos que bordean la acera. El aire templaría las voces de las mujeres de pelo negro. El suelo ampararía los pasos de las mujeres que caminan despacio. Una tarde de mayo.